Wolf in the sheep's clothing. —Gareth Ziegler.

Habían dos tipos de personas en esta vida: los que iban a la universidad bien vestidos y los que no. Y yo sin duda alguna entraba en el segundo grupo. De verdad que no entendía a la gente que madrugaba más de la cuenta para bañarte, vestirte bien o incluso maquillarse, ¡pero en qué mundo! Yo era de esas del mínimo esfuerzo y gracias a Merlín que me despertaba con tiempo suficiente como para vestirme y no ir en pijama, además de tomarme algo para no morirme en clase de hambre.

Así que ahí estaba ese día, en el seminario de Pociones Médicas, con cara de resaca sin haber bebido nada el día anterior, sencillamente porque era mi cara de madrugar. Y es que no, mira que llevaba años madrugando pero jamás seré una persona de mañana. Fui de las primeras en llegar y coger un buenísimo puesto a la punta de atrás, el cual en realidad siempre estaba vacío porque la gente que va a estudiar y esas cosas es porque se supone que en realidad tiene ganas y coge los primeros puestos, para prestar atención y esas cosas. Todos menos yo. Así que ahí sentada, empezó a llegar todo el mundo, así como el medimago encargado de dar el seminario, como su ayudante. Y me sorprendió ver que su ayudante no era nada más ni nada menos que Gareth Ziegler.

Y dirás: 'Normal que conozcas a Ziegler, es un golpeador de las Flechas de Appleby y te gusta mucho el Quidditch', pero no, no sólo lo conocía por eso. Mira que durante mi vida me había roto muchas veces el antebrazo izquierdo y algunas el derecho, porque entre el Quidditch y el Skate mi vida estaba llena de roturas, ¿pero los pies? La rotura de mi tobillo, la única y exclusiva, pertenecía a Gareth.

Aún recordaba lo horrible de mi primer partido como buscadora principal, como tuve que salir del partido por culpa de que una bludger desviada por él, no sólo me golpease, sino que me derribase. Así terminé, coja durante una semana, yendo en dichosas muletas por todo Hogwarts. Y era muy incómodo ir por esas escaleras en muletas, teniendo en cuenta que en ese castillo todo son escaleras. Pero la verdad es que nunca le guardé rencor: yo sabía que si en mi equipo la gente me protegía bien, podía llegar a coger la snitch como una buena buscadora y al final lo demostré, por mucho que mi primer partido fuese catastrófico.



El seminario fue bastante interesante, sobre todo porque últimamente estaba aprendiendo cosas de medimagia en la Orden del Fénix y sentía que lo iba a comprender todo mejor, además de ser más útil. Tomé apuntes, hice lo que había que hacer y al final estuvo la típica ronda de preguntas, antes de finalizar la clase. Me hubiera gustado saludar a Gareth y preguntarle por cómo le iba en el equipo profesional, ¿pero sabes qué pasó? Pues lo evidente: todos los alumnos fueron a hablar con él, preguntarle e incluso alguno a pedirle autógrafo. Aún era nuevo, pero muchos apostaba en Ziegler para ser de los mejores golpeadores de Appleby, así que tenía muchos seguidores.

Yo me lo tomé con paciencia y recogí todo lentamente... pero aún así, todavía había gente hablando con él: bien de quidditch, o bien de medimagia. O bien de las dos cosas. Así que para no agobiar la clase, salí al exterior y simplemente esperé mientras me comía un yogur bebible. Yo no sabía qué me pasaba, pero por las mañanas me entraba hambre a todas horas. Casi quince minutos después, salió el profesor y justo detrás Gareth, acompañado de una de las alumnas que hablaba con él de a saber qué. La alumna se fue por un lado tras despedirse y di un saltito para bajarme del muro de piedra que separaba el jardín de los pasillos y dar un par de pasos hacia Ziegler.

—He de admitir que me parece muy guay que te dediques a partir tobillos pero estés estudiando cómo arreglarlos —le saludé directamente de esa manera divertida, con una sonrisa en el rostro.